Las primeras veces que fui, me dejaron el cabello bien. Me hice clienta semanal, puntual y correcta y también compré varios productos de su peluquería.
Me dejé una pasta, porque no son baratos. Luego el peluquero Dani, se fue relajando, me peinaba con prisa y nunca se despedía. El otro día, mientras me secaba y cortaba el pelo, tuve que aguantar un sermón, de que estaba harto de que le dijera cómo me gustaba el secado, que él sabía lo que hacía y que quería terminar e irse... aguanté un rato su mal genio y me hizo sentir tan mal, que me levanté del sillón, actuando en relación a su comportamiento. Cuando uno acude a una peluquería, si no te dejan decir lo que quieres y se lo tienes que repetir, porque él cree que todo lo hace bien, algo falla en su ego. Volví al instante para pagar el corte y hablar sobre lo sucedido, pero él, no quiso recibirme. Con el pelo mojado tuve que ir a otra peluquería a que me secaran, no dije de dónde salía, pero me vieron tan afectada, que me cogieron al instante. Si me he decidido a hacer esta reseña es porque, me llegaron las cancelaciones de citas posteriores, por uala, sin dar la cara, al menos por educación, y aplicando el tratamiento silencioso, que es una forma de maltrato, no ha admitido que no está bien actuar de una manera tan radical y abrupta, con una clienta fija de más de un año y dando a entender que la culpa es mía.. Le envié dos WhatsApp para pagar el corte y no respondió, ni por educación. No tengo por qué soportar ese comportamiento, y también sé que otras personas no aguantan o no le gustan los míos.
Pero, la educación y el respeto, siempre por delante. Afortunadamente hay muchos salones de belleza donde me pueden atender. Para no volver, jamás. Muy mala experiencia.
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