No sé si fue cosa mía o si tuvo que ver con las constantes reuniones de Zoom, pero un año después de la pandemia empecé a sentir que mis líneas de expresión comenzaban a marcarse más que nunca y me puse a recopilar toda la info que pude sobre bótox.
No me toméis a mal, creo que hay que saber envejecer y para nada me aterra el cambio físico que los años conllevan. Es solo que, a mis treinta, ni el mejor filtro de Instagram podía disimular mis arrugas y me pareció, cuanto menos, alarmante. Además, teniendo en cuenta que mis cejas son bastante oscuras, mi gesto resultaba serio constantemente. Por eso, reservé mi primera consulta para ‘difuminar’ esas líneas de expresión con toxina botulínica aka bótox.
Ya han pasado varias semanas del tratamiento y confieso que estoy más que feliz con los resultados. Sin embargo -y a pesar de mi investigación exhaustiva- hubo ciertas cosas (concretamente, cinco) que me hubiera gustado saber de antemano: te las cuento.
*Disclaimer: Esta es solo mi experiencia con el bótox. Contándola, pretendo ayudar a quienes tengan en mente probarlo, pero -bajo ningún concepto- quiero convenceros ni incitaros a ello…
-Por Lise van Rij
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1 Tus arrugas -no- van a desaparecer por completo
Sí. El bótox es un tratamiento muy efectivo para reducir la apariencia de las líneas de expresión (y sus resultados son ma-ra-vi-llo-sos), pero tus arrugas no van a desaparecer como si jamás hubieran existido. De ahí que se ofrezca como medida preventiva y no tanto como proceso restaurativo. El bótox hace que tus músculos no se contraigan, los relaja y consigue que su aspecto sea mucho más suave, por lo que podemos decir que retrasa la aparición de nuevas arrugas.
Si tus arrugas ya son pronunciadas, siento decirte que con la toxina botulínica no las vas a eliminar. Al menos, por completo. Sin embargo, las notarás mucho menos marcadas y por ende menos apreciables, lo que implica un resultado *más* natural.
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2 No duele, pero lo vas a notar
Lo primero que le pregunté al doctor durante mi consulta fue si los pinchazos iban a dolerme. “El dolor es relativo y siempre va a depender del umbral que tenga cada persona pero, tranquila, no necesitarás anestesia”. Esta respuesta combinada con el poco amor que siento por las agujas, hizo inevitable que sintiera un poquitín de miedo. Afortunadamente, las agujas son finísimas y las inyecciones casi no duelen. Eso sí, puede que notes cómo entran en tu piel. No le des importancia porque no la tiene, pero es mi deber avisarte de todo lo que no te esperas. Simplemente relájate y cierra los ojos, que en cuanto los abras -el doctor- habrá terminado.
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3 Planes ¿después?
Que los pinchazos apenas duelan no quiere decir que no vayan a notarse después. ¿Ves? Otra cosa que me hubiera encantado saber ANTES de salir de la clínica. Te cuento: ese mismo día, había quedado para tomar algo con una amiga y, en medio de nuestra conversación, ella miraba mi frente mega asombrada. Maravilloso, se me notaban los puntitos (de sangre). Lo sé, no era el findel mundo, pero creo que es algo a tener en cuenta si vas a hacer planes el mismo día. Yo intentaría evitar reuniones importantes justo después de la sesión e incluiría en el bolso un par de gafas y un sombrero, dependiendo de la zona que vayas a tratar. ¿La buena noticia? Que no tuve rojeces ni ninguna otra marca al día siguiente, por lo que podrás hacer vida completamente normal.
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4 Vas a querer más (casi seguro)
Después de lo poco que me dolió y de lo (mucho) que me gustaron los resultados, no tardé en planear mi siguiente sesión. Siento la piel súper suave, tersa e incluso mis cejas parecen más elevadas que antes, por eso puedo llegar a entender lo adictivo que resulta el bótox. De cualquier manera, es importante filtrar pensamientos y evitar a toda costa caer en la obsesión (que nos conocemos). Así que, en mi caso, trataré de disfrutar de los resultados hasta que duren y ya veremos qué hacemos después. Me he puesto, como límite, 1 o 2 tratamientos al año (para evitar caer en el exceso). Creo que es esencial que nos preguntemos por qué queremos acudir a la toxina botulínica: si la zona en cuestión nos provoca verdaderos quebraderos de cabeza, entonces el bótox puede ser una buena inyección de autoestima (nunca mejor dicho). Si, por el contrario, crees que lo estás considerando por cumplir con el canon de belleza o por lo que otros vayan a pensar de tus arrugas: dale otra vuelta. Igual puedes ahorrártelo.
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5 Puedes irte de vacaciones por el mismo precio
Aunque el precio dependerá siempre de la clínica que elijas, el área a tratar y la cantidad que necesites; el bótox no es (precisamente) barato. En líneas generales, pagarás entre 100 y 350 euros por zona. Y ya si te haces un poco más, no bajará de los 400€ (lo que supone unas mini vacaciones o un par de entradas para algún festival).
Mi consejo: haz una investigación profunda atentiendo no solo al precio sino siempre a la calidad y a los resultados que ofrece cada clínica. Lo barato a veces sale caro y hay que estar dispuestas a sacrificar el bolsillo si nos decidimos a dar el paso, ¿no crees?